Comunicación parento-filial

LOS LÍMITES DE LAS EXPECTATIVAS ILIMITADAS

proyecciones y expectativas

Expectativas. Todos tenemos expectativas, y no solo hacia nosotras/os mismas/os, sino también hacia las demás personas. Y por supuesto, al hablar sobre orientación vocacional, no podemos dejar de lado las expectativas que tienen las madres y los padres hacia las/os hijas/os. Es importante aclarar también, que al igual que tener expectativas es normal, también es una cualidad positiva, siempre y cuando éstas sean sanas y constructivas. Podríamos citar los siguientes ejemplos: las expectativas de creer en las habilidades, las de que van a superar los obstáculos, etc.

Además, cabe mencionar que las relaciones entre madres y padres e hijas/os, sigue la lógica contraria a las demás relaciones. Para decir esto, nos basamos en Fromm (1997), y aunque él solo aplique la teoría que vamos a explicar ahora en las relaciones de madres e hijas/os, la aplicaremos también en la relación con los padres. Según esta teoría, para el desarrollo óptimo de la relación entre madres y padres con hijas/os es necesario que se dé cierta “separación” e independencia. El desarrollo favorable de las demás relaciones personales en cambio, tiene una correlación positiva con la unión. Con esto no queremos decir que las relaciones entre madres y padres con hijas/os tengan que ser frías y no necesiten cuidado, pero es cierto que en cierta medida, dichas relaciones necesitan una “ruptura” con el núcleo de protección y pertenencia, para que el proceso de individualización y el desarrollo de la personalidad sea más favorable.

Aun y todo, también somos conscientes de que salir de ese núcleo de protección es una tarea difícil, tanto para las madres y padres, como para las/os hijas/os. Si observamos el caso de las madres y padres, nos daremos cuenta de que muchas veces se les hace difícil aceptar los caminos que toman las/os hijas/os, puesto que no van a la par con sus expectativas. Es muy común que esto ocurra en el ámbito de la elección de los estudios. En muchos casos, muchas madres y padres suelen querer que sus hijas/os estudien algo en concreto, y si esto no sucede, las expectativas se vienen abajo y la frustración aumenta dando luz verde a los conflictos.

Esto ocurre porque las madres y padres actúan como si hubiese un espejo, aunque muchas veces lo hagan de manera inconsciente. Intentan que sus hijas/os sean lo que ellas/os quisieran haber sido, sin tener en cuenta las motivaciones y habilidades de cada quien. En psicología, se denomina “proyección” a este fenómeno. Las proyecciones son mecanismos de defensa, es decir, herramientas que el individuo pone en marcha en su mayoría de manera inconsciente para controlar las emociones y sentimientos y encontrar estabilidad. La razón por la que se rehúsan dichos sentimientos y emociones, es porque elevan el nivel de ansiedad y hacen tambalear la autoestima. Decir también que en cierta medida es normal que esto ocurra. Por tanto, mediante las proyecciones delegamos emociones y características propias en otra persona, como si fuesen parte de ésta última, ya que nos cuesta asumir que pertenecen a nuestra personalidad y gestionarlas.

Haciendo mención al ámbito académico-laboral, podría decirse una vez más que en muchas ocasiones las madres y padres suelen querer que sus hijas/os cursen ciertos estudios, pero que muchas veces la elección no va de la mano de las motivaciones, intereses y capacidades de la misma.  Por ello, como madres y padres es importante dar libertad para no interferir en la decisión. También es verdad que no es fácil poner en práctica esto que estamos diciendo, y por ello queremos invitaros a ver el siguiente video que nos ayudará a adentrarnos en el tema. El video es un pasaje de la película Martín (Hache) del director Adolfo Aristarain. Nos pareció muy apropiado, puesto que el video muestra la preocupación del padre causada por el desconocimiento y las dudas, que a su vez en parte, las proyecta en su hijo. El padre quiere que el hijo aclare las dudas, pero más que para el bien del hijo mismo, es para su propia tranquilidad.

Para ir terminando, queremos proponerte hacer unos ejercicios, que pueden hacerse tanto de manera individual como en pareja. A la hora de preparar los ejercicios, hemos tomado como referencia el libro El riesgo de vivir (Oldham, J.; Key, T. eta Starak, I., 1992).

EJERCICIO A1:

Imagina que estas conversando con una persona que no te agrada, y concreta para ti misma/o qué comportamientos o características son las que no te agradan. Ahora intenta tener el mismo comportamiento que esta persona (tono de voz, gestos y demás) y pon atención a cómo de costoso te parece adoptar dicho comportamiento. Muchas veces lo hacemos sin que nos suponga un esfuerzo, y puede que en la raíz esté el hecho de que en realidad son nuestros propios comportamientos y se los delegamos a otra persona como si de un espejo se tratara. Para rastrear las características escondidas de nuestra personalidad, es muy recomendable tener claro cuáles no nos gustan de las demás personas y analizar si tenemos comportamientos parecidos.

Ejemplo: “Mis hijas/os son muy tercas/os y es muy difícil conversar con ellas/os.”

EJERCICIO A2

Ahora, haz el mismo ejercicio pero en vez de realizarlo con las características negativas, hazlo con las características que te gustan de las demás personas.

EJERCICIO A3

Ahora, piensa varias frases que empiecen por “Yo no puedo…” teniendo en cuenta acciones físicas, mentales y emocionales. Si el ejercicio te parece complicado de llevar a cabo, puedes utilizar la frase “Yo no puedo hacer este ejercicio”. Di en voz alta las frases que has pensado. ¿Cómo te has sentido?

Por ejemplo: “Yo no puedo entender que mis hijas/os no quieran ir a la universidad”.

Después, observa los sentimientos que has tenido tras decirlo en voz alta, y cuando lo hagas, pasa a reemplazar las palabras “Yo no puedo” por “Yo no quiero” y vuelve a observar cómo te sientes cuando lo dices.

EJERCICIO A4

En este último ejercicio trabajaremos las justificaciones. La justificación es otro mecanismo con el que delegamos nuestra responsabilidad en terceras personas. Esto se lleva a cabo con frecuencia mediante el uso de la palabra “pero”. En este ejercicio, te proponemos pensar varias frases empleando la palabra “pero”. Fíjate en los sentimientos que afloran cuando lo haces.

Por ejemplo: “La elección de los estudios superiores es tarea de mis hijas/os, pero me gustaría que escuchasen mi opinión y recomendaciones.”

Ahora sustituye la palabra “pero” por la palabra “y”. Vuelve a pensar cómo quedarían las frases. ¿Cómo te has sentido? La palabra “pero” pone dos ideas en contraposición, y cuando se sustituye por la palabra “y” nos damos cuenta de que muchas veces las ideas son complementarias.

 

BIBLIOGRAFÍA

Aristarain, A. (1997): Martín (Hache). Productora Tornasol Films. Argentina.

Fromm, E. (1997): El arte de amar. Editorial Paidos Ibérica. Barcelona.

Oldham, J.; Key, T. y Starak, I. (1992): El riesgo de vivir. Editorial Manual Moderno. México.

 

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